martes, 23 de junio de 2009

¿Diferencia o repetición?

El mundo gira constantemente, y sus tiránicos habitantes no quedan exentos. Ellos, en su lucha ferviente por no perderse en ese eterno torbellino, han decidido mutilar tal movimiento, rebanándolo en cuatro partes “iguales”. A pesar de que el parámetro utilizado para tal fin sea una nimia distancia con el sol, a nosotros eso no nos parece para nada insignificante, las pasiones bien pueden dar cuenta de ello.
Mi espíritu tampoco pudo quedar por fuera, y luego de esa breve reflexión ya había sido envuelto por ese extraño e incesante fluir, mientras me hallaba contemplando junto al verde el inicio de una nueva estación, observando la clase de sentimientos que sólo un poco más de calor puede generar.
Y es así, como en medio de ese hipnótico estado, algo de ese ardor comenzó a alcanzarme, haciendo aparecer frente a mí la figura de un hada, la cual llevaba un objeto bajo el brazo.
Como la estrechez de mi vista no me permitía discernir la forma de este, decidí preguntarle:

“¿Qué es lo que llevas ahí?“

“Es un presente para ti, un espejo, con un bonito marco de madera antigua.”


Ante esas palabras, acepté gustoso el obsequio, esperando reencontrarme una vez más con mi dulce vanidad. Entusiasmado, comencé a admirar el retrato que se iba conformando dentro de ese marco de pino. Pero en el instante en que logro observar la imagen con nitidez, un temblor sacude mis entrañas. Me quedé horrorizado al ver semejante reflejo, me repugnaba el hecho de que mi cuerpo pudiera dar tal imagen.

Imbuido por un precipitado desprecio, le devuelvo el espejo; y con él, cualquier posibilidad de que aquel rojo pueda volver a mancharme. Ella, ante mi reacción, me contesta:

“Anda, acéptalo, te lo regalo, comenzar a mirar tu imagen podría ser de gran ayuda para ti.”

“No, gracias, no lo deseo. No creo que esa imagen pueda hacerme algún bien.”

“¿Por qué lo dices?”

“No me interesa mi imagen. No me interesa si a los demás no les agrada.”

“Mientes, a todos nos importa lo que dicen los demás. Digas lo que digas, no puedes escapar a esa imagen que das.”

“Prefiero estar ciego a ver semejante monstruosidad. Hace tiempo que deje de usar mis ojos.”

“Pero si no quieres hacer el esfuerzo de ver, si no te quieres ver a ti mismo, y menos a los demás, ¿qué es lo que te va a quedar?”

“¿Parece perderse mucho no?, pero aún así es mucho lo que se encuentra. No busco ser recordado por mi imagen, no busco ser un buen recuerdo, sólo busco poder saborear aquello que nos otorga la diferencia.”

“¿Y qué es eso a lo que llamas diferencia?”

“La diferencia es el condimento de la vida, es lo que hace que todo sea distinto. Nosotros, los comedores de pan, vivimos pensando, anhelando, deseando; y al intentar alcanzar aquello que estamos viendo, nos perdemos en su espejismo, pensando que dibujamos un cuadro novedoso, cuando en verdad sólo volvemos a delimitar una cárcel, cuyas dimensiones ya no son demasiado conocidas.
Diferente es poder salir de paseo a otras dimensiones, diferente es poder sentir algo que no estuvo ahí antes; la diferencia es no querer llegar a ningún lado, pero sin dejarse de mover.”


“Tanto hablas tú de diferencia, pero qué es lo que has hecho para lograr algo diferente, para lograr esa diferencia, si yo te veo igual que siempre.”

“Ese es el problema, siempre quieres verme, así no me encontrarás.”

“¿Entonces que puedo hacer para encontrarte?”

“Esa es una buena pregunta, aunque yo no creo que haya que responderla, nadie puede hacerlo por vos. Si piensas de antemano en los medios, quedarás atrapada en la telaraña de los fines. Deja de actuar como una mosca, hay mejores cosas a las cuales emular.”


“Pero, ¿por qué hablas de emular?, si piensas así dónde queda la originalidad.”


“La triste ilusión de la originalidad. Para que pensar en ella, a quien le importa si lo que estamos haciendo es único o no; no lo podemos saber, ni tampoco hace diferencia alguna. “Construir lo propio” dicen muchos, pero yo solo veo casas hechas con ladrillos comprados, diseñadas por arquitectos, construidas por ingenieros, ¿eso es lo que llaman propio? Ayyy, la quimérica necesidad de querer demostrar lo propio, la necesidad de exhibir la jaula más bonita.”


Que palabras tan extrañas dices, mejor voy a regalarle el espejo a alguien que pueda reflejar algo más bello en él.


Si un espejo es lo que me quieres dar, mejor entrégaselo a otro. No quiero algo tuyo, no quiero poseerte; sólo quiero encontrarte, en un lugar, y no importa si es mío, tuyo, o nuestro. Sólo quiero sentirte, y yo quiero que al menos, por un momento, te tapes los ojos y también puedas sentirme. Porque ya no quiero que me des ese espejo, ya no quiero ver a través de mis ojos, ya no quiero volar, si solo lo hago como mosca, ya no quiero.
Quiero sentirte, pero sin dejar de sentirme. Cómo lo puedo hacer si vos querés un retrato. Yo no voy a estar en la mesita de luz de nadie, excepto la de su imaginación. Las imágenes engañan, y las palabras no se quedan atrás; lo único que no puede mentir es el hecho de sentir. Por eso quiero seguir haciéndolo, quiero experimentar un aluvión de sensaciones, y nadar junto a ellas, introduciendo una bella diferencia en este mundo de los calcos. ¿Estas dispuesta a ser ese tipo de diferencia?...

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La historia parece haber hablado una vez mas, imponiéndose, anticipándose; pero no por ello pienso aceptar su tiranía.
El mundo continúa girando, y nuevamente hemos arribado a otra porción. Esta vez parece ser diferente. La cuestión ahora es su sabor ¿provendrá del mismo pastel?... Para saberlo parece que hay que dejar de lado las preguntas, porque esto ya no depende del mundo, sino de nuestra sensibilidad, de nuestras papilas. No es nada fácil poder hacer un mundo de una nimia diferencia.