miércoles, 23 de abril de 2008

Meta-Poesía

Sorprender, todo se trata de la luna, las estrellas, el mar.

Queremos versear, pero ¿cuál es la tierra que avistamos?, aquí la balsa parece ser indispensable.

Retroacción, triangulación, eso es lo que se pretende. Usamos líneas, atajos, pero solo para formar esa barcaza, esa que siempre esta a medio hundir. Malditas bermudas.

Darle un golpe a la palabra, todo apunta a ello, a esos versos que tanto nos seducen, anhelando conectar con esa tierra prometida, con ese continente perdido.

Maldita analogía ¿Acaso todo esto no será más que una persistente repetición? La historia ha hablado una vez más. Parece que es hora de ponerse los pantalones.

domingo, 13 de abril de 2008

Triangulación

Las palabras tienen tantos usos, tantas formas, tantas tonalidades, que parecen hasta un punto inagotables.

A veces pensamos en su estructura, en su sistema, pero porque no vemos su gran multiplicación.

Concebimos líneas, círculos, triángulos, cuadrados, todo ello es habitual en esta osadía. Pero ¿queda lugar para el relleno, o es que a esas figuras ya no les queda más espacio?

Parece haber otros terrenos, no todo es puro clasicismo geométrico. Es extraño como el pensamiento puede desconectarse tanto de lo que nos rodea; maldita abstracción, maldita simplificación.

Por eso intento de seguir este camino, el que pretende observar lo más grande en lo más pequeño, lo más distante en lo más cercano. Porque al final de cuentas se mira tanto sobre si, que del mundo ya no queda nada, solo una mera representación.

Comienzo con una línea, para delimitar un círculo, y una vez que repito la operación unas cuantas veces, un cuadrado comienza a emerger. El cuadrado empieza a ser aplicado, pero para pasar desapercibido, debe adoptar otra forma, porque nosotros ya sabemos, él es muy obvio y odiado por nuestra imaginación. Y ahí es cuando llegamos al triangulo, que por alguna extraña razón es un tanto seductor para nuestro intelecto.

Sólo los prejuicios nos hacen llegar hasta ahí, la gran invención de todas las generaciones, el triangulo como el modo más elevado de estar en el mundo. Es allí donde todo parece tener armonía, y en donde se comienzan a vislumbrar elementos que no pertenecen a él. Se le pide mucho al triángulo; el pobre tiene 180 grados, con eso ni un giro se puede dar, como mucho se logrará poner todo patas para arriba.

La matemática nos abre el camino a tantas posibilidades, pero a la vez nos cierra muchas otras. El triangulo, el triangulo como el único, esgrimen unos tantos. Otros más astutos dan un paso más y comienzan a darle cierto relieve, pero siempre dentro de las paredes.

Hay base, hay puntas, pero las líneas no son lo único que hay. Los modos de trazar pueden ser tan diversos, que no es necesario producir una lógica anticipada, una tal que todo pueda desprenderse de sus primeros enunciados.

El triangulo comienza a expandirse cada vez más, las líneas se estiran al punto tal de volverse irreconocibles, la figura comienza a desvanecerse; pero esa “desaparición” sólo connota su expansión. Por eso es que lo más arraigado en la tierra suele pasar tan desapercibido.

Ya se ha dicho antes, en esto de la escritura no hay modelo, no hay triangulaciones que valga. Todo se trata del contacto, que es tan sinuoso, que puede llegar a transitar tantos caminos, que ni el mismo poeta podría apreciar. La obra se construye en quien la lee, no en el que la escribe, la obra es el conjunto de todas aquellas sensaciones que llegan a los que se la tatúan, a los que permiten que los quemen, a los que dejan quemarse con su propia sangre.

Para ustedes escribo desangrados, en un intento de construir la forma de llegar hasta mi mismísima palidez. El escritor se hace lector.

El circulo le habla sin parar al cuadrado, el cuadrado le habla sobre valores al triángulo, el triangulo pretende reconciliar las figuras pidiendo ayuda a eso que no puede ver. ¿Y eso qué puede responder? si allí no hay nada, al menos mientras sean figuras las que quieran entrar en contacto.