domingo, 12 de agosto de 2007

Cuento Nº 2

Aca dejo la continuación de mi anterior cuento, dedicado a una persona que aprecio mucho. Cualquier similitud con Bucay es mera coincidencia. Sepan entenderme, recien estoy incursionando en este tipo de narrativa, soy sólo una colegiala :P.
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En una noche de invierno, nuestro joven protagonista nuevamente se hallaba contemplando aquel paisaje estrellado, aquella luna, aquella oscuridad; pero esta vez todo era diferente. Por más de que él intentara de admirar esa imagen; de sentirla, de vivirla en carne propia, las nubes lo tapaban todo; como un manto de oscuridad que desvanecía todo lo que tocaba y nada dejaba a su paso: no había cielo, no había estrellas, sólo grises por todos lados.

Y el se preguntaba:
- Que paradójica que es la vida, cuando tenía delante de mis ojos a la imagen más hermosa que jamás haya visto, intentaba de destruirla por cuanto medio tuviera una y otra vez, mediante la razón, mediante esa maldita buena conciencia. Pero ahora que me muero por sentirla, ahora que me muero por entregarle mi cuerpo, mi espíritu y todo lo que soy, ella se aleja de mí. Malditas nubes, malditos grises, ¿Por qué tienen que arruinarlo todo? ¿Por qué siempre aparecen en el momento menos oportuno?

Nuevamente, percibiendo la intensa angustia que sentía nuestro desdichado protagonista, un joven misterioso hizo su aparición. Éste era muy similar al que había visto en aquella noche de verano, aquel que era capaz de encandilar a cualquier persona con el intenso brillo que emanaba. Pero esta vez su aura era distinta, ya no era tan pura como el color de la luz, ahora irradiaba un extraño halo rojizo, aunque su imponente presencia seguía manteniéndose intacta.

Colocándose a su lado y contemplando ese paisaje nublado con una sonrisa, rápidamente fue victima de ataques ni bien fue reconocido por nuestro protagonista:

-Tú, tú eres el responsable de todo esto. Tú me dijiste que sienta, tú me dijiste que me arriesgue sin importar las consecuencias. Y ahora que me muero por ver a esa luna, que me muero por amar, ella desaparece del cielo. ¿Y que es lo que obtengo? Nubes, finitud, eso es lo único que obtengo. Yo quiero más, yo quiero ascender hacia esas alturas, quiero atravesar esas nubes, quiero acariciar esa luna una vez más.

-Ohh ahora te me has convertido en un romántico sin remedio. Que extraño que eres, ardes en invierno pero te congelas en verano. Siempre yendo contra la corriente ehh…

-Eso no me importa ahora, yo lo único que quiero es volver a ver a la luna una vez más, ella es la que me enseño a apreciar todas las cosas de este mundo, la que le da un sentido a todo lo que hago, sin ella nada tiene sabor. La necesito, nadie puede reemplazarla, ninguna estrella puede comparársele, ninguna nube, ni siquiera el mismísimo sol. Ella es perfecta, su oscuridad, su misterio, ella es la única que puede lograr que me estremezca, que se me pongan todos los pelos de punta.

-Pero que cosas dices, acaso ella, ¿no era sólo un círculo mal formado, no era sólo un mero destello de luz?

-Sí, pero eso era porque antes sólo la veía como un simple adorno en el cielo, pero una vez que te acercas a ella, es imposible no caer rendido a sus pies.

-¿En verdad es ella la que hace que caigas a sus pies, o eres tú el que quieres caer, el que quiere perderse, el que quiere extrañarse del mundo, el que quiere amar?

-Que preguntas tontas que haces, claro que es ella, es algo simple: yo quiero verla a ella, ella es lo que me hace feliz, pero hay nubes que se interponen entre nosotros, y si no fuera por esas nubes, todo estaría bien.

-¿Acaso no puedes verlo, acaso ni siquiera puedes acordarte de tus palabras? La luna son sólo destellos de luz que entran por tus sentidos. En sí no es nada…

-Yo estaba en lo correcto desde el principio, nada tiene sentido, nada posee el valor suficiente para que uno pelee por ello, si de todas formas las nubes siempre estropean todo. Adiós ideales, adiós mundo, adiós luna…

-Nuevamente te confundes, que las cosas en sí no signifiquen nada, no quiere decir que no puedan tener importancia.

Lo importante siempre es lo que tú haces con ello, puedes hacer lo que quieras. Ve más allá, piensa más allá de la luna; no sólo las nubes, hasta ella misma es finitud si es comparada con la inmensidad del universo.

Solo has descubierto una parte de tu interior, ella no la creó, sólo la despertó, no te engañes. Pero todavía falta mucho por emerger dentro de ti. Tu ser es algo fantástico y fascinante, no lo reprimas, no lo desmerezcas, la luna no lo creó, tu mismo lo has hecho, es sólo que aún no puedes darte cuenta de ello.

Puedes pasar toda la noche esperando que las nubes desaparezcan, pero recuerda, el mundo esta hecho de grises, y siempre va a ser así; pero lo importante no es eso, lo importante es lo que hagas con ese color. El gris es lo que hace más apasionante a la vida, es lo que le da sabor, no la luna. Ella es blanca, simple, chata, llena de cráteres, de imperfecciones. Si no fuera por las nubes, que no dejan de ocultarla, no tendría ningún valor.

Puedes seguir pasando toda la noche esperando a la luna, o comenzar a admirar un poco más a las nubes que tienes en frente tuyo. Tú decides, el final no está escrito…

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